Las afectaciones a las personas, sus bienes y la infraestructura en la Sierra Madre Oriental y la Sierra Negra serán mayores conforme pasen los días. Por desgracia, ha logrado colocarse en el imaginario general la idea de que todas estas calamidades obedecen al cambio climático del que todos —unos más y otros menos—, pero también nadie en particular es responsable.

Lluvias en la Sierra Norte de Puebla

Secuelas de las lluvias en la Sierra Nororiental de Puebla

Es hora de que se especifiquen con claridad las causas de este tipo de desastres, asociados a fenómenos hidrometeorológicos, o por hacerlo más detallado, geohidrometeorológicos. Se trata de un cambio, en efecto: el cambio de uso del suelo.

En el anterior gran desastre de estas mismas zonas, el de 1999, los gobernantes salieron al paso para exculparse de su responsabilidad en ellos con el argumento de que “nunca había llovido tanto”. Los especialistas demostraron que las mismas cantidades de agua se habían registrado en esos territorios en 1955, 54, 44 y 33. Ahí están los datos.

La presidenta de México en Huauchinango

Imagen: cortesía del gobierno federal

Es probable que la cantidad de agua precipitada esta vez sea similar. Entonces, qué cambió: hay más deforestación por varias causas y el agua se desplaza sin freno por las cuencas; más obras de infraestructura que desestabilizan los cerros; más asentamientos humanos al pie de las laderas; más azolve en las presas (en el caso poblano el sistema Necaxa con cuatro embalses y la presa de La Soledad).

El agua escurre sensiblemente más en estas condiciones y de ahí las tremendas inundaciones en muchas poblaciones veracruzanas, los deslizamientos de laderas que sepultaron a decenas de familias y los cortes de infinidad de carreteras y caminos. Es la falta de planeación territorial efectiva el problema.

Los gobiernos de la 4T, siendo como son benefactores de las mayorías, han fallado en la prevención de desastres. No hay prácticamente prevención estructural frente a las amenazas conocidas y, en los hechos, se ha regresado a los planes castrenses para atender los desastres ya ocurridos, cuando es preciso reducir, mitigar y hasta evitar las condiciones de vulnerabilidad frente a los peligros que generan los riesgos.

No se trata de regresar a esquemas como el Fonden o el Fopreden, que eran básicamente fondos de atraco para funcionarios de varios niveles de gobierno. Se trata de alzar la mirada y trazar un horizonte en el que se vislumbre la prevención de los desastres y no simplemente su atención cuando ya han ocurrido.

La Jornada de Oriente

Este texto se publicó originalmente como editorial de La Jornada de Oriente el lunes 13 de octubre del 2025.

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