A solo 40 kilómetros al sur de Puebla,

En medio de un paisaje que alguna vez fue próspero y fértil, se extiende la laguna de Valsequillo, el cuerpo de agua permanente más grande del estado, una herida ambiental a la espera de una cura que tarda en llegar.

La presa Manuel Ávila Camacho, conocida también como la laguna de Valsequillo, sustentó durante décadas la vida de poblaciones humanas, aves migratorias y ecosistemas, pero hoy enfrenta uno de sus momentos más críticos. Los ríos Atoyac y Alseseca, principales afluentes que la alimentan, convirtieron este espacio en un vertedero de desechos industriales, agroquímicos y residuos domésticos. La contaminación no solo ha alterado la calidad del agua, sino también a las comunidades que dependen de ella.

Agua que mata / Imagen: cortesía de Ángulo 7

Al acercarse a sus orillas, la postal idílica se quiebra. El mal olor asalta el olfato, una mezcla nauseabunda de químicos y materia en descomposición. El agua, en algunos puntos, adquiere un tono turbio y verdoso, salpicado de desechos que flotan indiferentes a la majestuosidad que la laguna solía proyectar. Valsequillo, un humedal de importancia internacional para la biodiversidad, agoniza en silencio, convertido en el vertedero de décadas de negligencia y contaminación.

Vista aérea de la laguna de Valsequillo / Imagen: cortesía de La Jornada de Oriente

Esta laguna, oficialmente conocida como la Presa Manuel Ávila Camacho, no es un mero embalse; es un ecosistema vital que resiente la carga de una vasta cuenca. Es el destino de las descargas industriales, municipales y agrícolas, que trastocan su capacidad como refugio natural, enfrentándola a el riesgo socioecológico. La contaminación masiva de los ríos Atoyac y Alseseca, sus principales afluentes, ha convertido este cuerpo de agua en un depósito de residuos tóxicos, afectando gravemente su ecosistema y la salud de las comunidades aledañas.

En contraste con la cruda realidad actual, se leía en una publicación universitaria de 1992 que “la calidad del agua de la presa de Valsequillo permite la vida acuática” (Universitario, 1992), una afirmación que hoy resuena con insportable ironía. En 2025 presenciamos un humedal que lucha por sobrevivir, entre su riqueza natural y la contaminación que lo ahoga.

La pregunta central es ineludible:

¿Es posible revertir el daño y devolverle a Valsequillo su vitalidad?

Alegoría de Valsequillo / Imagen generada con IA

Historia e importancia de la laguna

Para entender cómo este paraíso se ha convertido en un espejo turbio, es fundamental retroceder en el tiempo y comprender la profunda relación entre la laguna y su entorno.

Valsequillo funciona como el embalse de la Presa Manuel Ávila Camacho, obra hidráulica terminada en 1946 y que, desde su concepción, buscaba regular las aguas de la cuenca del Atoyac y Alseseca para abastecer el distrito de riego 030 Tecamachalco-Tehuacán. Esta presa “desempeña el servicio ambiental de depuración y retención de sólidos suspendidos para las cuencas de los Ríos Atoyac-Zahuapan y Alseseca en los estados de Puebla y Tlaxcala” (Rodríguez-Espinosa et al.), sirviendo como un vaso de sedimentación natural. “La cuenca del Río Atoyac-Alto Balsas cruza por 10 municipios del estado de Tlaxcala y 18 del estado de Puebla” (Castro-González et al., 2019, p. 335), recogiendo a su paso una vasta carga de contaminantes.

Su relevancia va mucho más allá de lo utilitario. Valsequillo es un Sitio RAMSAR, una designación internacional que subraya su valor ecológico como humedal de importancia global. Es un punto crucial en las rutas migratorias de aves acuáticas, un refugio para especies residentes y un pulmón para la región. En 2012, fue designada como “Humedal de Importancia Internacional y Área Natural Protegida de Jurisdicción Estatal ‘Humedal de Valsequillo’“, debido a la abundancia y diversidad de aves, tanto residentes como migratorias.

Reportes de 2013-2015 han documentado nuevos registros de aves acuáticas migratorias, como el pato arcoíris, garzas tigre mexicanas, ibis blanco, y rayador americano (Berumen Solórzano et al., 2015), lo que subraya la persistencia de su importancia ecológica a pesar del deterioro.

Fauna y flora de Valsequillo / Collage de imágenes, cortesía de íNaturalistaMX

La historia de su contaminación es un relato del desarrollo sin planeación ambiental. Con el crecimiento urbano e industrial desmedido en la cuenca de los ríos Atoyac y Alseseca, la laguna fue recibiendo más y más aguas residuales sin tratamiento adecuado. Desde la década de 1970, con la expansión de corredores industriales textiles, químicos y metalmecánicos (Moreno Maravilla, 2022), las primeras alertas ambientales comenzaron a sonar.

Las comunidades aledañas, que históricamente dependieron de la laguna para la pesca, el turismo y la agricultura de subsistencia, vieron cómo su modo de vida se transformaba drásticamente. Residentes de la zona, muchos de ellos adultos mayores, a menudo expresan la nostalgia por los días en que el agua era limpia y los peces abundaban, y el impacto negativo de la contaminación en su bienestar y sus actividades económicas.

“Del 80 para acá, el pez ha muerto mucho. Antes, era de abundancia el animal que pescaba. Desde el 66 se pescaba, estaba el agua clara, como de garrafón y ahorita ya no.” – Ángel Jiménez, pescador.

Actitudes políticas e impactos socioambientales

Este deterioro, sin embargo, no es producto del azar. Es el resultado de un complejo entramado de intereses, responsabilidades y omisiones que involucran a una diversidad de actores.

En el corazón de este conflicto socioambiental encontramos a las comunidades que habitan las riberas de Valsequillo y los municipios cercanos, como San Baltazar Tetela, donde se han documentado testimonios de afectados (Moreno Maravilla, 2022). Familias enteras han visto cómo la contaminación ha golpeado su salud, arruinado su economía y mermado su calidad de vida. Sus voces, a menudo silenciadas, expresan la desesperación de quienes no pueden escapar de la exposición constante y la resiliencia de quienes se organizan para exigir un cambio.

Por otro lado, el sector industrial y agrícola juega un papel preponderante. Las industrias que descargan en la cuenca del Atoyac-Alseseca, como la textil, la química y la metalmecánica, son las principales responsables de la introducción de metales pesados, compuestos orgánicos persistentes y otras sustancias tóxicas.

Un estudio señala que

“la mayoría de los casos de contaminación del agua se deben a las descargas industriales y municipales sin tratar de aguas residuales o desechos, ya que éstos generan grandes cantidades de contaminantes como metales pesados (plomo, cadmio, cromo) y sustancias orgánicas” (Saldaña P. et al., 2008, citado en Moreno Maravilla, 2022, p. 100).

Las autoridades gubernamentales en sus diferentes niveles también cargan con una pesada responsabilidad. A nivel federal, la CONAGUA (Comisión Nacional del Agua), la SEMARNAT (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales) y la PROFEPA (Procuraduría Federal de Protección al Ambiente) son las entidades encargadas de la gestión hídrica, la política ambiental y la fiscalización.

Plan-Nacional-Hidrico-2024-2030

Sus acciones, o más bien, la falta de ellas, han sido determinantes. En el contexto actual, el Plan Nacional Hídrico, que pone énfasis en el saneamiento del río Atoyac, representa una oportunidad crucial para revertir esta tendencia de desatención.

La academia y la comunidad científica han sido voces constantes de alerta. Investigadores de universidades como la BUAP, UAM, y de centros de investigación locales, han dedicado años al estudio de Valsequillo, documentando su deterioro con rigor científico. Sus voces son cruciales para entender la magnitud del problema y guiar las posibles soluciones con base en evidencia técnica.

Los impactos ambientales son alarmantes y diversos. En cuanto a la calidad del agua, los análisis son contundentes: la laguna de Valsequillo es un cóctel de metales pesados como arsénico, cadmio, cromo total, níquel y plomo, junto con compuestos orgánicos persistentes, como materia fecal y una sobrecarga de nutrientes como nitrógeno y fósforo, con concentraciones exceden con creces los límites permisibles para cuerpos de agua (Rose, 2011).

A su vez, la proliferación descontrolada de algas agota el oxígeno del agua, creando zonas anóxicas donde la vida acuática simplemente no puede subsistir. La turbidez del agua es notoria, impidiendo la penetración de la luz solar y afectando a la flora sumergida, lo que contribuye al colapso del ecosistema.

Plaga nociva de moscos en la presa de Valsequillo afecta a pobladores de la zona suroriente

La biodiversidad es una de las víctimas más silenciosas pero devastadoras. Si bien la laguna, es santuario para numerosas especies de aves acuáticas residentes y migratorias, sus poblaciones se ven amenazadas por la contaminación y el desequilibrio ecológico que esta provoca. A pesar de los nuevos registros de aves acuáticas migratorias como el pato arcoíris, garzas tigre mexicanas, ibis blanco y rayador americano entre 2013 y 2015, la degradación del hábitat pone en riesgo su permanencia.

Peces como la carpa y la mojarra, que solían ser abundantes y formaban la base de la economía local, son ahora escasos y peligrosos para el consumo humano debido a la bioacumulación de contaminantes (Rodríguez Tapia & Morales Novelo, 2010). La alteración de los ecosistemas ha permitido la proliferación de especies invasoras y ha llevado a la extinción local de otras, rompiendo el delicado equilibrio natural. Estudios han documentado la presencia de aves acuáticas bajo algún estatus de protección, tanto residentes como migratorias, que ahora se ven amenazadas por la degradación del hábitat (Berumen Solórzano et al., 2015; SEMARNAT, 2011).

Los suelos del fondo de Valsequillo son una bomba de tiempo ambiental, ya que durante décadas, los contaminantes se han ido depositando y acumulando, creando una capa tóxica que puede liberarse ante cualquier alteración, complicando aún más cualquier esfuerzo de remediación, pues existe además una severa contaminación del subsuelo (Castro-González et al., 2019).

Los olores nauseabundos y la posible emisión de gases tóxicos, especialmente en días calurosos o con poco viento, afectan la calidad del aire para las comunidades aledañas, causando molestias y potenciales problemas respiratorios, convirtiendo el aire en un factor de riesgo adicional, agravado por las nubes de mosquitos que se abalanzan sobre las comunidades cercanas.

Los impactos en la salud humana son, sin duda, los más alarmantes. Las comunidades que viven cerca de Valsequillo reportan un aumento significativo de enfermedades gastrointestinales y de la piel. Además, en municipios cercanos a la laguna se ha registrado un incremento en la incidencia de cáncer en los últimos 5 años (Rodríguez Tapia & Morales Novelo, 2010). El consumo de pescado y agua de la laguna, incluso los pocos que aún se capturan, es un riesgo latente de acumulación de metales pesados en el cuerpo, que pueden causar daños neurológicos, renales y hepáticos severos.

Un río que arrastra espuma

Y un dren lleno de espuma tóxica

El uso de sus aguas para riego de cultivos también expone a la población a los contaminantes a través de la cadena alimentaria, la acumulación de estos metales pesados en suelos agrícolas pone en riesgo la salud de los consumidores (Castro-González et al., 2019).

Finalmente, los impactos socioeconómicos son devastadores. La pérdida de actividades económicas es un golpe directo a la subsistencia de cientos de familias. La pesca, que antes era una fuente de sustento y arraigo cultural, ahora es casi inexistente en Valsequillo debido a la toxicidad del agua y la escasez de especies viables. El turismo de fin de semana, que atraía a visitantes a sus riberas y generaba ingresos para los comerciantes locales, ha mermado considerablemente, dejando negocios vacíos y familias sin sustento.

Flora nociva y basura: lo que queda de Valsequillo / Imagen: cortesía de La Silla Rota

Los agricultores temen por la contaminación de sus cultivos, afectando su producción y la seguridad alimentaria de la región (Moreno Maravilla, 2022; Rodríguez Tapia & Morales Novelo, 2010). Todo esto ha generado conflictos sociales latentes y manifiestos, aumentando las tensiones entre las comunidades, las autoridades y las empresas, en un ciclo de reclamos y promesas incumplidas que se perpetúa.

Al recorrer la laguna, la contaminación es innegable, el olor a azufre y materia en descomposición es constante, especialmente en zonas con poca corriente. Se observan parches de espuma blanca y verdosa, y en algunas bahías, el agua tiene un color ocre o rojizo, indicando la presencia de metales o floraciones algales extremas. Montículos de basura, plásticos y desechos sólidos se acumulan en las orillas, arrastrados por las corrientes o abandonados por la falta de conciencia y la deficiente gestión de residuos.

En ciertos puntos, la vegetación ribereña parece marchita, y la ausencia de peces visibles en las aguas superficiales es un signo alarmante de la degradación, contrastando drásticamente con la vida que alguna vez albergó.

Horizontes de acción

La responsabilidad de las empresas es innegable y primordial. Decenas de industrias en la cuenca del Atoyac-Alseseca, desde grandes corporativos textiles hasta pequeñas y medianas empresas químicas y metalmecánicas, han descargado y continúan descargando aguas residuales industriales sin el tratamiento adecuado o con tratamientos insuficientes. A pesar de las normas ambientales, la falta de inversión en tecnologías limpias y el incumplimiento de la ley son una constante, permitiendo que sus residuos lleguen a la laguna. La debilidad en la supervisión y las sanciones por parte de las autoridades han permitido que esta práctica se perpetúe, favoreciendo el beneficio económico a costa del medio ambiente.

Las autoridades gubernamentales en sus tres niveles también cargan con una pesada responsabilidad. La falta de una aplicación rigurosa de la ley ha sido una constante histórica. La escasez de inspecciones y sanciones efectivas ha creado un ambiente de impunidad que ha alentado la violación de normativas. La deficiencia en infraestructura es otro punto crítico: la gestión de aguas residuales municipales en muchos de los municipios de la cuenca es nula, lo cual significa que millones de litros de aguas negras domésticas pueden ser vertidas directamente a los ríos que alimentan Valsequillo, sin el tratamiento adecuado.

Además, la fragmentación institucional entre diferentes dependencias y niveles de gobierno a menudo genera descoordinación y duplicidad de esfuerzos, o peor aún, la ausencia de una estrategia integral y sostenida para abordar la problemática de manera holística.

Es crucial destacar que la participación ciudadana fortalecida puede ser un motor de presión y vigilancia indispensable, su movilización organizada es clave para el futuro de la laguna. Un ejemplo ha sido la “Iniciativa Valsequillo” esfuerzo conjunto de ONGs, agencias gubernamentales y universidades que se implementó en 2013 para abordar la problemática (Moreno Maravilla, 2022, p. 95), demostrando el poder de la colaboración. Sin embargo, hace falta trabajo y compromiso político de todos los actores con capacidad de agencia sobre la problemática, para que las iniciativas se sostengan en el tiempo y avancen.

El contexto histórico-político no puede ignorarse. Decisiones económicas que priorizaron el crecimiento industrial a toda costa, sin considerar los costos ambientales y sociales a largo plazo, sentaron las bases para la crisis actual. La Laguna de Valsequillo, lejos de ser un caso aislado, es un reflejo de un modelo de desarrollo que históricamente ha externalizado sus costos ambientales en los cuerpos de agua de México, privilegiando el capital sobre el bienestar.

En este complejo entramado, la pregunta de quién se beneficia y quién pierde es clara. Las empresas que no invierten en tratamiento adecuado de sus aguas residuales obtienen un beneficio económico a corto plazo, transfiriendo el costo ambiental y de salud a la laguna y a sus habitantes. Las comunidades, los ecosistemas y la biodiversidad son los grandes perdedores, cargando con el peso de la enfermedad, la pobreza, la pérdida de sus medios de vida y la desaparición de un patrimonio natural invaluable.

Si bien las responsabilidades son múltiples y complejas, el futuro de Valsequillo no está escrito. Existen iniciativas y propuestas que abren una ventana de esperanza para su recuperación, aunque el camino es arduo y requiere de un compromiso férreo.

La gran apuesta actual es el Plan Nacional Hídrico, que ha puesto un énfasis particular en el saneamiento del río Atoyac. Esta iniciativa contempla una serie de acciones coordinadas para reducir drásticamente las descargas contaminantes que llegan a la laguna. ¿Qué implica? La modernización y construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales municipales, la fiscalización estricta de las descargas industriales y la promoción de prácticas agrícolas sostenibles a lo largo de toda la cuenca. La magnitud de la contaminación acumulada y la extensión de la cuenca exigen una estrategia integral que vaya más allá del mero saneamiento del Atoyac para lograr una recuperación efectiva.

Muro y carretera de la presa Manuel Ávila Camacho en 1962

Imagen: cortesía de la Mediateca INAH

Entre las propuestas y acciones posibles que es necesario plantear para la recuperación de nuestro oasis, podemos mencionar:

  • Tecnologías de Saneamiento: La implementación de plantas de tratamiento con tecnologías más eficientes, capaces de remover metales pesados y contaminantes complejos, es fundamental. Los humedales artificiales, por ejemplo, son una opción natural y de bajo costo que podría complementar los tratamientos convencionales, ofreciendo soluciones más sostenibles.
  • Inversión en Infraestructura: Es imperativa una inversión masiva y sostenida en la construcción y actualización de plantas de tratamiento municipales que garanticen que las aguas domésticas no lleguen sin procesar a la laguna. Las industrias también deben ser obligadas a modernizar y mantener sus propios sistemas de pretratamiento, asumiendo el costo de su impacto
  • Marco Legal y fiscalización: Es fundamental fortalecer las leyes ambientales y, lo que es más importante, asegurar su cumplimiento estricto. Esto implica inspecciones rigurosas y sanciones ejemplares para los infractores.
  • Participación ciudadana y gobernanza: El rol de las comunidades en la vigilancia y la toma de decisiones es crucial. Su conocimiento local y su compromiso son activos valiosos que deben ser incorporados activamente en los planes de recuperación, fomentando una gobernanza colaborativa.

En cuanto a los escenarios futuros, si no se actúa con la contundencia y la integralidad necesaria, la laguna de Valsequillo corre el riesgo de convertirse en un ecosistema muerto. Sus aguas podrían volverse irrespirables, las enfermedades se dispararían en las comunidades aledañas y la biodiversidad desaparecería por completo, transformando el paisaje en un desierto biológico.

Sin embargo, si las iniciativas actuales, especialmente el saneamiento del Atoyac, se implementan con éxito y se complementan con acciones integrales y sostenidas en el tiempo, una recuperación parcial, e incluso significativa, es posible. La laguna posee una resiliencia intrínseca, tiene la capacidad de recuperarse si se eliminan las fuentes de daño y contaminación, como lo ha demostrado la naturaleza en otros contextos.

Valsequillo, nuestro patrimonio

La laguna de Valsequillo, entonces, no es solo un cuerpo de agua contaminado, es también un espejo que refleja las contradicciones de un país que promueve el desarrollo económico mientras sacrifica sus recursos naturales, además de un reflejo de los desafíos ambientales que enfrenta México y un llamado urgente a la acción colectiva.

Su historia es la de un ecosistema vibrante que ha sido asfixiado por la indiferencia y la irresponsabilidad, pero también es una historia de resistencia incansable y la búsqueda persistente de justicia ambiental por parte de sus comunidades.

La recurrente aparición de espuma en el dren y la laguna de Valsequillo. Secuelas visuales de un desastre que es rutina.

Los desafíos son inmensos: la magnitud de la contaminación acumulada a lo largo de décadas, la complejidad de los actores involucrados y la necesidad de una inversión sin precedentes y una coordinación efectiva entre todos los niveles de gobierno, la industria y la sociedad. Sin embargo, la importancia ecológica y social de Valsequillo es demasiado grande para darse por vencidos.

El saneamiento del río Atoyac es un paso crucial y una luz de esperanza, pero no el único. La verdadera recuperación de Valsequillo dependerá del compromiso continuo de las autoridades para fiscalizar y sancionar, la responsabilidad ineludible de las industrias para tratar sus descargas, y sobre todo, de la vigilancia y participación de cada ciudadano. La ciencia tiene las respuestas, pero falta voluntad política, solo con ella podremos aspirar a que las aguas de nuestra laguna vuelvan a reflejar la vida, y no el veneno de nuestro propio desarrollo. Es el momento de actuar, de asegurar que este humedal recupere su esplendor y continúe siendo un bastión de biodiversidad para las generaciones futuras.

Valsequillo no es solo agua: es memoria, biodiversidad y futuro. Es un termómetro que nos alerta sobre nuestra relación con la naturaleza: hoy marca fiebre alta, pero aún no es terminal. Salvarlo requiere dejar de verlo como un recurso y empezar a honrarlo como un derecho común, un patrimonio para todos los seres vivos.

Fuentes:
  • A más tv. (2019). Contaminación amenaza Laguna de Valsequillo [Video]. YouTube. [https://youtu.be/WkrmUOVfsYw?list=TLGGSSexAjwk_Z4wNDA2MjAyNQ].
  • Berumen Solórzano, A., Maimone Celorio, M. R., Villordo Galván, J. A., Olivera Ávila, C. I., Gaspariano Martínez, E., & González Oreja, J. A. (2015). Nuevos registros de aves acuáticas en la Presa de Valsequillo, Puebla. Huitzil, Revista Mexicana de Ornitología, 14(1), 1–6.
  • Castro-González, N. P., Calderón-Sánchez, F., Moreno-Rojas, R., Tamariz-Flores, J. V., & Reyes-Cervantes, E. (2019). Nivel de contaminación de metales y arsénico en aguas residuales y suelos en la subcuenca del Alto Balsas en Tlaxcala y Puebla, México. Revista Internacional de Contaminación Ambiental, 35(2), 335–348.
  • El Sol de Puebla. Sin plan de rescate, la Presa de Valsequillo recibe cientos de litros de aguas contaminadas [Video]. YouTube. [https://youtu.be/Mf-k2HPs9eQ?list=TLGGQUNsFAT1YzAwNDA2MjAyNQ]
  • Laug García, C. B. (2016). Diagnóstico de eutrofización en la presa de Valsequillo (Manuel Ávila Camacho) [Tesis de Maestría]. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
  • Moreno Maravilla, J. R. (2022). Afectaciones sociales y ambientales por la construcción de la Presa Manuel Ávila Camacho 1930- 1970 [Tesis de maestría, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla].
  • Rodríguez Tapia, L., & Morales Novelo, J. A. (2010). Valoración económica de los daños ambientales que provoca la contaminación de los ríos y presa Valsequillo en la población y la economía (Descargas de aguas residuales domésticas e industriales a los cuerpos de agua) (Reporte del Proyecto Multidisciplinario Desarrollo de Alternativas Complementarias para la Remediación de Efluentes Textiles, para Reutilizar el Agua y la Evaluación de su Impacto Ambiental y Económico, Reporte 2). Universidad Autónoma Metropolitana.
  • Rodríguez-Espinosa, P. F., Morales García, S. S., Jonathan, M. P., Navarrete-López, M., Bernal-Campos, A. A., González-Cesar, A., & Muñoz-Sevilla, N. P. (s.f.). Servicio Ambiental de la Presa Valsequillo para las cuencas de los Ríos del Atoyac-Zahuapan y Alseseca, Puebla, Tlaxcala, México. Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo, Instituto Politécnico Nacional.
  • Rose, J. (2011). Ficha Informativa de los Humedales de Ramsar (FIR) – Versión 2009-2012: Presa Manuel Ávila Camacho (Presa Valsequillo). SEMARNAT, Delegación Puebla.
  • Secretaría de Sustentabilidad Ambiental y Ordenamiento Territorial del Gobierno del Estado de Puebla. (2011). Estudio Previo Justificativo Parque Estatal Humedal de Valsequillo.
  • Telediario Puebla. Presa de Valsequillo, santuario de aves migratorias en Puebla [Video]. YouTube. [https://youtu.be/tauRas-jUD8?list=TLGGKr5WB4QKsZ0wNDA2MjAyNQ].
  • Universitario. (1992). La Calidad del Agua de la Presa de Valsequillo Permite la Vida Acuática.

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Eira Calzada Mendieta

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